Mensaje de Pascua del padre Ricard Costa-Jussà, provincial de los misioneros claretianos de la Província de San Pablo:
Benvolguts germans: Bona Pasqua.
Queridos hermanos: Feliz Pascua.
Chers frères: Joyeuses Pâques.
Anaia maiteok. Pazko ona.
Buongiorno. Buona Pasqua
¡Cristo ha Resucitado! ¡Vive entre nosotros!
Vive en todos los que creen en El y proclaman su amor. Lo afirmamos y celebramos firmemente desde nuestra fe y esperanza, con el deseo de que éstas y el Resucitado guíen nuestro caminar, y conscientes del momento que vive nuestro mundo y nuestros pueblos en este momento de Pascua 2020.
Nuestra Provincia de San Pablo y todo su territorio, como multitud de países y de pueblos del mundo, vivimos las fuertes medidas para afrontar la pandemia del Covid-19 y el confinamiento en casa; y sus múltiples efectos en los diversos ámbitos que configuran nuestra cotidianidad. Una realidad que no ignoramos y que nos llama sensiblemente ante los efectos que esta situación está creando, tiene y tendrá en las personas y familias, y sobre nosotros mismos y nuestras comunidades; así como en nuestros ritmos pastorales, actividades, instituciones, colegios, parroquias, entidades, ministerios y servicios pastorales. Que deberemos afrontar.
Contextualización que ha marcado ya, en diversa temporalización e intensidad progresiva, nuestro caminar del tiempo
cuaresmal y Semana Santa, y que nos acompañará durante el tiempo pascual y a la que todos seguiremos atentos. Un tiempo en el que –corresponsablemente– hemos debido equilibrar y afrontar en cada lugar y comunidad entre lo habitual, lo requerido, deseable, posible y conveniente; un tiempo en el que nos hemos sentido llamados misioneramente a la creatividad para responder y acompañar, en lo posible, a nuestra realidad y atender a las persones, familias, comunidades cristianas y grupos.
Una Pascua que ya en su camino hacia ella y hasta la misma, de forma inesperada e inevitable, ha sido para muchas personas -y para todos nosotros- ocasión e invitación a despojarse de todo lo que nos ocupa, viste y marca, ordinariamente, nuestro tiempo y ritmo, para vivir una situación que rompe toda esta realidad y lleva al confinamiento en casa (comunidad). Ocasión para el encuentro con uno mismo en su propia realidad más íntima, y de los suyos, en su espació más cotidiano y propio, casa y hogar, confinados en el.
Una Pascua en la que se han vivido celebraciones eclesiales, en Roma y Catedrales, en todas partes y en cada uno de nuestros lugares, que no han dejado indiferentes, y ante las que no se ha actuado con indiferencia por muchos cristianos, y no cristianos. Un tiempo en que se ha hecho sentir el acompañamiento de forma nueva ante situaciones sobrevenidas y afectación global; surgiendo y creándose, también, sentimientos y dinamismos nuevos en el sentirse y ser cristiano; en el formar y construir comunidad creyente cristiana.
Un tiempo, todo el de la pandemia, y en él esta Semana Santa y Pascua, que para todos nosotros, y nuestras
comunidades, nos ha comportado de una parte: vivir los equilibrios entre el desconcierto y concienciación ante la pandemia, el entender o el miedo, el discernir y aplicar con radicalidad las medidas sanitarias en cada acción, organización y ritmo comunitarios, el acompañar y gestionar –desde las diversas responsabilidades de cada uno- cada actividad y acción en nuestros diversos y plurales campos de acción. Y, por otra parte, la permanencia en casa, vivir, convivir, compartir juntos oraciones y celebraciones (eucaristía diaria, celebraciones de Semana Santa…) con una intensidad que no suele ser la más común en nuestra vida comunitaria y misionera hoy (que nos evoca y hace pensar en el tiempo de estudio, preparación y oración en casa de nuestros misioneros, antes del tiempo de misiones, cuando dividían su tiempo entre el de casa y el de acción apostólica). Una ocasión, vivencia de comunión, entre nosotros mismos, y especialmente en cada comunidad, que no nos dejará indiferentes; y así mismo con nuestras propias familias, amistades, y todas las personas de nuestro entorno comunitario, grupos, actividades, etc.
Con la llamada del Papa Francisco al mundo, en la oración de la plaza de San Pedro, a “No tener miedo” confiamos en el Señor Resucitado, para que sostenga nuestra fe y caminar, y sea él la fuente de todos los frutos que surjan de todo lo vivido.
Que tinguem un joiós camí pasqual.
Que tengamos un gozoso camino pascual.
Puissions-nous vivre joyeusement le temps pascal.
Pazko bide zoriontsua izan dezagun.
Che possiamo avere un gioioso cammino pasquale.
Barcelona, 12 abril de 2020
Ricard Costa-Jussà Bordas
Superior Provincial
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