El obispo claretiano Pedro Casaldáliga ha muerto este sábado 8 de agosto de 2020 al mediodía (hora catalana) en el Hospital de la ciudad de Batatais, en el Estado de Sao Paulo, donde fue traslado esta semana para intentar tratar problemas respiratorios, agravados por el parkinson que padecía desde hacía años. Se prevé que sus restos sean trasladados a Sâo Félix do Araguaia para ser enterrado allí.
La defensa de los más débiles y la denuncia de las injusticias de carácter social, ecológico y económico han sido los ejes vitales de Pere Casaldàliga. Una acción motivada por su vocación misionera, que lo ha sostenido durante más de cincuenta años en la Amazonia. Con la Prelatura de São Félix ha construido una Iglesia pobre, participativa y democrática. Ha vivido siempre con austeridad y ha renunciado de forma explícita a todo tipo de privilegios, también en el ejercicio de su ministerio episcopal. Es reconocido como una de las figuras más representativas de la teología de la liberación y como profeta de la esperanza. Casaldàliga ha vivido este fundamento cristiano junto con los más pobres y ha sabido compartir con otros la lucha y el trabajo para acabar con las desigualdades.
Vocación misionera y vida en comunidad
Nacido en Balsareny el 16 de febrero de 1928, tras la Guerra Civil Pere Casaldàliga ingresó en el noviciado de Misioneros Claretianos. Ha sido 75 años misionero claretiano y siempre ha reconocido la influencia de los claretianos en la vocación misionera y de trabajo en comunidad. Durante 20 años estuvo destinado a varias parroquias y centros de formación de los claretianos en Sabadell, Barcelona, Barbastro y Madrid.
Finalmente en 1968 aceptó la propuesta de los Misioneros Claretianos de fundar una misión en São Félix do Araguaia, en la selva amazónica de Brasil. Desde entonces se ha arraigado plenamente en São Félix y no ha regresado nunca a Cataluña. Dos años más tarde de la creación de la misión en Brasil, se crea la Prelatura de São Félix do Araguaia y en 1971 Pablo VI lo escoge como primer obispo prelado de esta demarcación eclesial. Fue obispo de São Félix hasta su jubilación en 2005. Ha residido allí hasta su muerte.
A pesar de la distancia, Pere Casaldàliga ha mantenido una relación de afecto con Cataluña y los claretianos han sido unos de los principales difusores de su obra y sus causas. Ricard Costa-Jussà, el actual provincial de los Misioneros Claretianos de la provincia de San Pablo –que incluye el territorio de Cataluña–, destaca sobre Pere Casaldàliga que “la vocación viene en su seno de la respuesta a la llamada de una vida y una acción al servicio de los demàs”. Y reconoce que “para los misioneros claretianos, Pere Casaldàliga ha sido siempre un referente desde su tarea misionera, desde su tarea profética y desde su servicio de obispo en Araguaia, en São Félix”.
El claretiano leridano Josep Maria Abella, que fue el máximo responsable mundial de los Misioneros Claretianos entre 2003 y 2015, habla de Pere Casaldàliga como “un referente seguro para los que quieran seguir incondicionalmente a Jesús”. Abella es actualmente obispo de Fukuoka, en Japón, y describe Casaldàliga como “una persona de gran corazón en el que acogía a todos para ganarlos a todos para la causa del Reino, una causa que hermana personas de diferentes religiones e ideologías y de grupos muy diversos”.
El claretiano Joan Soler, de la Associació Araguaia amb el bisbe Casaldàliga, señala “las razones prácticas que nos hacen ver la profundidad y vigor proféticos de la vida, la palabra, la acción del obispo Pere”. Destaca el compromiso “con los pequeños agricultores, con los sin tierra” y también “con los indios, los indígenas, los karajás, los tapirapé, los xavante” que considera “guardianes de la tierra, los ríos, de la selva”. Reconoce “el estorbo que ha sido el obispo y hermano Pedro”, entre otras cuestiones, por “querer una Iglesia vestida de Evangelio y sandalias” y por “denunciar constantemente el pecado estructural del capitalismo causante de tanto dolor y tanta muerte”.