El Instituto Teológico de Vida Religiosa, fundado por los misioneros claretianos, ha organizado del 17 al 22 de mayo una semana de reflexión sobre la vida consagrada a la sociedad. Todo un cartel de ponencias y diálogos encaminados a subrayar la importancia de la espiritualidad y a replantear la consagración, comunión y misión de los religiosos y religiosas.
El papa Francisco envió un mensaje en vídeo a los participantes. Y se preguntó por «la esterilidad de algunos institutos de vida consagrada». Lo atribuyó a la «falta de diálogo y de compromiso con la realidad». Y propuso como ejemplo de quien sabe leer el momento social a Santa Teresa: «Ella vivió la realidad e hizo una opción de reforma y fue adelante». Y subrayó que «la reforma siempre es camino, es camino en contacto con la realidad y horizonte bajo la luz de un carisma fundacional».
La primera de las conferencias fue a cargo del obispo claretiano Luis Ángel de las Heras, que abrió su intervención recordando un poema de Pere Casaldàliga. «Abrámonos a los caminos de la vida y la comunión, más de obra que de palabra, para ampliarlos y para explorar otros nuevos por el camino del discernimiento y la sinodalidad», dijo a los presentes. En su parlamento advirtió que para los religiosos la imagen de camino «no es de autocomplacencia, sino de donación generosa y gratuita». También habló en términos de esperanza, de hacer camino con los pobres y de abrirse a la novedad.
Entre otras aportaciones, destaca el parlamento del salesiano y cardenal Cristóbal López, arzobispo de Rabat, en Marruecos. Habló sobre las periferias y las fronteras. Se preguntó des de qué periferias hablaba: «Primeramente, hablo desde la inmigración, pues yo mismo, con 9 meses, ya fui migrante. Cinco trenes y un autocar me hicieron ser andaluz en Cataluña. Después fui paraguayo y español, y boliviano en Marruecos»,
Subrayó así que «todos somos peregrinos en este mundo y toda patria es nuestra» y asoció la familia a la humanidad. También dijo que «la evangelización es, ante todo, una cuestión de testigo». Y concluyó con una serie de propuestas dirigidas a la vida consagrada, entre las cuales, la necesidad de «aumentar la autoestima» y la llamada a abandonar «la pastora egoísta y miope» y darse cuenta de que «el problema es ser poco significativos; ser luz y no iluminar nadie».