(Claretianos de Roma, Italia) «Hacernos hermanas, hacernos hermanos. La vida consagrada al servicio de la fraternidad en un mundo herido». Es el lema de la Asamblea Conjunta de la Unión de Superiores Generales (USG) y la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) celebrada del 26 al 28 de mayo, online. El superior general de los claretianos, Mathew Vattamattam, ha participado de este encuentro histórico como miembro de la USG y participante de la asamblea.
El padre Arturo Sosa Abascal, superior general de la Compañía de Jesús y presidente de la USG, ha iniciado la asamblea invitando a «trabajar por un mundo fraterno que nos abra a la cultura del encuentro en nuestras comunidades religiosas y que nos haga estar unidos al pueblo». Asimismo, el padre Sosa ha indicado dos puntos para guiar la asamblea. En primer lugar, «acoger la invitación de Fratelli tutti para unirnos a la realidad de los heridos de la historia, teniendo el valor de acercarnos a ellos, tocarlos y sanarlos». I en segon lloc, ha remarcado «el desafío de ser parte del pueblo en camino, es decir, la sinodalidad, que debe ser nuestra forma de vivir y participar en la comunión eclesial».
Además, Sosa, ha subrayado que «como religiosos y religiosas, nos encontramos en las mejores condiciones para ser artesanos de la paz y la justicia […] Debemos superar las causas de la exclusión para que todos participen en la vida social y política. La mejor política es ponerse al servicio del bien común, haciendo que los pueblos y las naciones puedan vivir una amistad social».
También la superiora general de las Misioneras Claretianas y presidenta de la UISG, Jolanta Kafka, RMI, ha expresado que esta asamblea conjunta, en estos tiempos difíciles, intenta «dar voz a nuestra vocación de seguir a Jesús, una vocación que compartimos con toda la Iglesia». Asimismo, ha invitado a «cuidar de nuestra familia común. Siempre habrá un herido que necesite cuidados, pero juntos tenemos que encontrar la manera de que nuestra vida religiosa no sólo esté en salida, sino también sea capaz de abajarse y arrodillarse, capaz de unirse para cuidar de nuestros hermanos».
Después, se han compartido dos reflexiones con un tono más experiencial que teórico. La primera reflexión ha girado en torno a mirar el rostro del hermano y tocar su carne. La segunda, ha dado respuesta a la pregunta: ¿qué significa «hacerme prójimo» de mis hermanos y de las personas heridas?