(Roma) El año claretiano recuerda el 4 de febrero la muerte del claretiano Jaume Clotet, uno de los cofundadores de la congregación de los misioneros claretianos. Este año 2022 esta memoria adquiere una connotación especial porque el 25 de julio se celebra el bicentenario de su nacimiento en Manresa. “Contamos con cinco meses para prepararnos y celebrar con gozo y gratitud esta efeméride claretiana”, explicaron desde la Prefectura General de Espiritualidad y Vida Comunitaria.
El último Capítulo General de los claretianos invita a “beber de la fuente de nuestra espiritualidad claretiana en su origen y desarrollo”. Recordar la vida de Clotet, para la jefatura, “permite acercarnos a las fuentes de nuestra espiritualidad claretiana en el origen y el primer desarrollo”. Clotet fue el misionero más joven de los cinco que se reunieron junto a san Antonio María Claret en la celda del seminario de Vic el 16 de julio de 1849 para la fundación de la congregación. Contaba sólo con casi 27 años. De hecho, los cumplió justo nueve días después. Fue testigo privilegiado del despertar del “carisma misionero en la Iglesia desde una atalaya estratégica”. Y es que Clotet fue subdirector general durante treinta años, desde 1858 hasta 1888. Además, fue el formador de las primeras generaciones de hermanos en la congregación. Las divergencias que tuvo con el claretiano Josep Xifré son el testimonio de su espíritu delicado y de su deseo de atender a los misioneros con exquisita lealtad. Ambos, con su amor y entrega incondicional a la congregación, muestran que el amor fraterno “hace posible superar las dificultades e integrar sus diferencias”, explica la jefatura de espiritualidad.
El principal biógrafo de Claret
Fue el misionero del primer siglo de la congregación que más admiración manifestó por el padre fundador. Aunque sólo convivieron durante breves temporadas, tuvo la oportunidad de acompañarle durante su última enfermedad y en su muerte en el monasterio de Fontfroide, en Francia. Las cartas que a diario enviaba al superior general ya otros misioneros y amigos informándoles del proceso de su enfermedad y muerte son “un verdadero monumento de su amor filial”. Clotet podría ser el principal biógrafo de Claret. Recogió muchos documentos y testimonios de personas que trataron directamente con el fundador. En las semanas siguientes a la muerte de Claret, publicó en el Boletín Diocesano de Vic los Apuntes biográficos del Excmo. e Ilmo. SR. SR. D. Antonio María Claret, e inmediatamente promovió la publicación de la primera biografía del santo, hecha por su amigo Francisco de Asís Aguilar, a quien proporcionó abundante y valiosa información. En 1882 publicó el Resumen de la Admirable Vida del Excmo. e Ilmo. SR. SR. D. Antonio María Claret i Clarà, biografía seguida de una colección de testigos. Por último, por encargo de Xifré, elaboró la Vida Edificante del P. Claret, Misionero y Fundador, de casi 1.000 páginas, que permaneció inédita hasta el año 2000. A partir de 1889 trabajó mucho por la beatificación del fundador. “A Clotet le debemos gran parte de la riqueza documental con la que contamos para adentrarnos en la vida y el espíritu de Claret”, explican.
Jaume Clotet fue un gran misionero, sobre todo en su dedicación a la predicación, especialmente a la catequesis de los sordos. En un tiempo en el que estas personas eran excluidas de la sociedad y estaban desatendidas, Clotet se dedicó con amor y pasión a su evangelización. Publicó para ellos un catecismo y un manual del catequista. Varios colectivos catalanes de personas con esa discapacidad le tienen especial gratitud y devoción. En Ciudad de México existe una escuela para ellos dedicado a su memoria.
En junio de 1897, ya casi ciego, acompañó a los restos del fundador en el traslado de Fontfroide a Vic y participó en las solemnes honras fúnebres que se le tributaron en la catedral de Vic. Al año siguiente, el 4 de febrero, Clotet murió en la casa-misión de Gràcia, en Barcelona. Sus restos descansan en un altar lateral del Santuario del Corazón de María de Barcelona. Introducida su causa de beatificación, el papa Juan Pablo II le declaró venerable el 13 de mayo de 1989.