Queridos hermanos,
Con motivo de la celebración del primer Capítulo provincial de Sanctus Paulus, me uno a vosotros espiritualmente junto con nuestros hermanos del Capítulo de la Provincia de Perú-Bolivia. El P. Manuel Tamargo, que ha estado acompañando en nombre del Gobierno General tanto el proceso de reorganización como la preparación del Capítulo, os ayudará a situar el Capítulo en el escenario congregacional más amplio de bendiciones, oportunidades y desafíos a los que nos enfrentamos en el cambiante mundo contemporáneo.
Cuando pienso en Sanctus Paulus, la Provincia más joven de la Congregación en este momento, que asume la herencia de la Provincia más antigua, la imagen que me viene es la de la encina plantada en el patio de la casa natal de nuestro Fundador en Sallent. Este árbol simboliza la personalidad resistente de Claret, arraigada en Cristo y audaz en la misión. La infancia de Sanctus Paulus ha soportado los tiempos de pandemia y el aplazamiento de este Capítulo debido a las circunstancias externas. La joven provincia ha demostrado la resistencia misionera que nace del arraigo en nuestro carisma para resistir las tormentas que hemos enfrentado en los últimos años. Haréis bien en conservar este espíritu resiliente en vuestro camino. Agradezco al P. Ricard Costa-Jussà y a su Consejo su dedicación para acompañar y cuidar a la recién nacida Provincia que ha tenido que soportar muchas dificultades, especialmente la inesperada pandemia global.
Por otro lado, también hemos tenido muchas bendiciones y oportunidades. El Capítulo, en su fase de descubrimiento, hará naturalmente un balance de ellas junto con las malezas/enfermedades que puedan estar debilitando nuestro potencial. Me gustaría destacar un importante don y una llamada de la Iglesia que hemos recibido para nuestro futuro camino. Se trata de la espiritualidad de la sinodalidad, que se está reforzando en la Iglesia como antídoto contra las numerosas enfermedades de nuestro tiempo. Nuestra Congregación la ha abrazado con entusiasmo. Permitidme señalar algunos elementos característicos de un camino sinodal que se pueden aplicar al camino del Capítulo.
- La corresponsabilidad e implicación de cada claretiano de la provincia en el acontecimiento capitular se manifiesta de diferentes maneras. No hay espectadores que contemplen los acontecimientos, sino protagonistas que sienten en su carne que la vida y la misión de la Provincia es responsabilidad colectiva de todos.
- El «mismo espíritu que movió a San Claret» (cf. Aut. 489), que cada uno de vosotros ha recibido de forma única, beneficia al Capítulo cuando os escucháis unos a otros a través de conversaciones sinceras tanto en la sala capitular como fuera de ella.
- La escucha del Espíritu Santo, animador central del Capítulo y de la Provincia, es la clave para mantenernos fieles a nuestro carisma. La sintonía personal y colectiva con el Espíritu de Cristo a través de la oración y la fidelidad a nuestras Constituciones y al discernimiento del Capítulo General, nos mantendrá en el buen camino. Mantengamos también vivo en nuestra memoria el testimonio de nuestros mártires y su amor por nuestra «Querida Congregación».
- El discernimiento conjunto que el Señor nos pide en nuestro tiempo, descifrando los signos de los tiempos y recorriendo nuestro camino a la luz de la palabra de Dios en cada contexto. Los cuatro principios enumerados por el Papa Francisco en Evangelii Gaudium (EG 222-237) son guías importantes en este proceso.
Queridos hermanos, este primer Capítulo de la Provincia es un acontecimiento significativo en la Congregación que nos permitirá visualizar juntos muchos ámbitos de nuestra vida y misión que afectan a todos los claretianos. Permitidme enumerar algunos:
- El cuidado de los lugares emblemáticos claretianos de los orígenes de la Congregación y su puesta al servicio de la misma
- La promoción vocacional en el territorio de la Provincia, así como la acogida, el acompañamiento y la integración de los misioneros de otras partes de la Congregación.
- La presencia y misión claretiana en Europa vivida en la Provincia en coordinación con otras Provincias del continente.
- El gobierno de la Provincia de forma sinodal teniendo en cuenta las diversidades dentro de la misma.
- El cuidado del patrimonio espiritual y material de la Provincia, haciéndolo más productivo para el bien de la Congregación y de la propia Provincia, de acuerdo con los principios de corresponsabilidad, responsabilidad y transparencia.
Recordemos la convicción del salmista, “Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes”. (Ps 127:1). Nuestros sueños, diseños y compromisos toman vida cuando se alinean con el sueño de Dios para nosotros en nuestro tiempo.
Os deseo un hermoso tiempo de comunión fraterna y un fructífero tiempo de discernimiento en este Capítulo. Os encomiendo al Corazón Inmaculado de María donde descubrimos nuestra identidad como hijos de su corazón y el arte de amarnos unos a otros y a los demás con el tierno amor de Dios.
Fraternalmente,
Mathew Vattamattam, CMF