El P. Juan Martín Askaiturrieta Ezkurdia ha sido elegido este viernes nuevo superior de la provincia claretiana de San Pablo, que integra Catalunya, Euskal Herria, Francia e Italia. Nos atiende sereno, sencillo y sonriente, con la actitud de quien asume una responsabilidad grande. Hacemos la entrevista en el patio de la Casa de Espiritualidad y Casa Madre de Vic, donde se desarrolla el primer capítulo de la provincia de San Pablo.
¿Te lo esperabas?
Uno no se lo espera, pero también es verdad que siendo una provincia como somos, reducida, y sabiendo que no somos muchos, tampoco eres un iluso y cuentas con que alguna posibilidad puede haber.
¿Para los que no le conocen, cómo se define?
Soy Juan Martín Askaiturrieta, claretiano de San Sebastián, de Donosti, tengo 46 años, de una familia muy sencilla, mis padres tenían un restaurante. Yo estudié con las Teresianas del Padre Enric d’Ossó y también estaba en mi parroquia. El contacto con los claretianos fue que empecé a jugar a futbol de los 7 a los 18 años. A los 16 o 17 años un compañero mío que jugaba a fútbol entró en el prenoviciado, postulantado, y aquello a mi me removió mucho, y a partir de allí uno empieza a hacerse preguntas, y cuando terminé secundaria entré en Vitoria en el postulantado. Estuve un año allí, luego el año de noviciado lo hice en Loja, en Granada, luego hice los primeros votos, y los cinco años de teología los hice en Deusto, en Bilbao. Cuando terminé me destinan al colegio de Askartza, que está a veinte minutos de Bilbao. Desde el 2001 he estado allí, donde hice la profesión perpetua, recibí la ordenación y allí he hecho mi desarrollo, crecimiento, como claretiano, como religioso, en el mundo de la educación con adolescentes, los últimos años con niños y familias. Esto, con un paréntesis del 2010 al 2012 cuando estuve en Madrid estudiando catequética.
¿Cómo te planteas ser el provincial?
Me lo planteo como un servicio que me piden los hermanos, un servicio que aunque tiene su responsabilidad, tampoco quiero absolutizarlo, quiero normalizarlo. Es un servicio que han hecho muchos hermanos, y que harán otros más. Soy consciente de mis posibilidades y limitaciones, entiendo que es un servicio que se me pide. Quiero agradecer la confianza de los hermanos. Entiendes que a veces Dios habla también con lo que los hermanos te piden. Lo haré con la mejor intención y deseo hacerlo lo mejor posible.
La provincia es joven y diversa, ¿cuáles son los retos?
El nacimiento de nuestra provincia, en enero del 2020, fue un nacimiento algo complejo por la unión de regiones muy distintas, no solo culturales, sino también de tradición, de maneras de ser y estar. El inicio de la provincia coincidió con la pandemia, lo que tampoco ha ayudado mucho. Creo que el primer reto que tenemos como provincia es el intentar un poco reconocernos como provincia única, que pasa por conocernos, encontrarnos, saber lo que hacemos unos y otros. Sabiendo que es una provincia que queremos que sea regionalizada, porque todos compartimos el mismo carisma, pero las realidades son distintas. Es importante tenerlo en cuenta, reconocerlo. A partir de ese proyecto, entre todos, en el capítulo han salido otros retos importantes. Algunos de los retos estan más referidos a la vida interna nuestra, nuestra vida de fe como una cuestión en la que nos lo jugamos todo, la calidad de nuestra vida comunitaria, la fraternidad. Y a nivel más ad extra, de apostolado, de misión, salen grandes temas como el laicado. En la mayoría de nuestras plataformas la presencia religiosa de los claretianos se va reduciendo mucho, y aunque la presencia de los seglares no es nueva, hace falta una apuesta fuerte por su formación, para que puedan ir manteniendo las obras y enriqueciéndolas con el carisma que ellos también viven. El tema vocacional también inquieta mucho. Aunque el horizonte no es fácil porque este problema no es nuestro, sino de otras congregaciones y de la Iglesia en este contexto europeo, si que creemos que no tiene que ser este un punto donde renunciemos y tiremos la toalla, sino que tenemos que buscar maneras de poder suscitar, que algunos jóvenes hoy también puedan plantearse su vocación misionera y poder responder. Porque es verdad que en nuestra provincia el relevo generacional está viniendo de otros continentes, que siempre es bienvenido, pero también nos preocupa el tema vocacional aquí.
El P. Vattamattam decía que “no cambiar es morir”. ¿Habrá cambios aquí?
Ojalá se vean cambios. A nivel pastoral y misionero, nosotros y muchas estructuras de Iglesia necesitamos una renovación fuerte. Creo que hay algunas plataformas que en otro tiempo han dado mucho fruto, pero hoy por hoy… desde la zona donde yo he vivido muchos años, hay plataformas que por el motivo que sea piden una renovación grande. Creo que la Iglesia está pidiendo maneras nuevas, modos distintos de presencia, de apuestas, de lenguaje. Ojalá podamos acertar a hacer algo nuevo, no porque sea nuevo, sino para responder a lo que hoy se nos pide.
¿Cómo está yendo el capítulo?
El clima de estos días está siendo muy bueno, que también es un punto importante sabiendo que el comienzo de la provincia fue complejo. Ya el hecho de estar aquí estos días, encontrarnos y dialogar en grupo sobre nuestras preocupaciones y prioridades en un clima cordial y fraterno, creo que ya es positivo porque permite dar más pasos adelante. Mañana por la tarde se elige el resto del gobierno, y lo que tocará al gobierno será como otras veces lo que el capítulo diga que quiere cuidar de la provincia, buscar los modos y maneras de poder llevarlo adelante.
¿Un mensaje final?
Somos una provincia en cuanto edad, mayor, con fuerzas un poco justas, pero me gustaría creer y pensar y soñar que con nuestra limitación y pequeñez, podemos, junto con otra mucha gente en el día de hoy, ser un poco de sal y de luz en este mundo, sabiendo que nuestra aportación será humilde, pero toda aportación para el Reino es buena. Nuestra condición de estar en un tiempo de pequeñez, que no sea freno, sino que sea un tomar conciencia de las capacidades que tenemos, pero que lo que podamos aportar que lo hagamos.
¿Cómo se lo vas a contar ahora esto a los chavales del colegio donde estabas?
Ellos saben que independientemente del cargo o servicio, nuestra ubicación en el colegio no es eterna, también han conocido que hay movimientos y destinos. Si me piden un servicio desde la congregación distinto, sabrán que tengo que ir a Barcelona y que de vez en cuando iré a verlos. Es verdad que yo durante estos años en el colegio donde he estado he disfrutado mucho, he crecido mucho, y para mí ha sido un regalo muy grande poder estar allí.